Una piedra hecha sopa


¿Probaste alguna vez una sopa de piedra? Lee con mucha atención este cuento tradicional y entérate qué ingredientes lleva.
Por Prof. Karina Elizabeth Hermosilla Galeano
 Disfrutamos de una deliciosa sopa de piedra - Escolar - ABC Color
Érase que se era un soldado que volvía de la guerra. Un día en el que el frío arreciaba, llegó a un pueblo. Se detuvo ante una casa y pidió comida.
— No tenemos nada, ni siquiera para nosotros — le dijeron.
— ¿Tienen acaso una olla grande?
— Preguntó el soldado.
— Sí, tenemos un gran caldero de hierro.
— ¿Tienen un poco de agua?
— Sí, de eso hay mucho.
— Entonces, llenen el caldero de agua y pónganlo en el fuego. Porque yo tengo una piedra para hacer sopa.
Todos se reunieron a su alrededor para ver la maravilla. La dueña de casa llenó la gran olla con agua y la colgó sobre el fuego. El soldado sacó una simple piedra de su bolsillo y la arrojó a la olla.
— Ahora, dejémosla que hierva — dijo, y todos se sentaron a esperar.
— ¿Podrían darme un poquito de sal? 
— Pidió el soldado.
— Por supuesto — respondió la mujer. 
— Unas pocas zanahorias no vendrían mal — dijo el soldado con añoranza.
— Oh, sí, tenemos algunas — dijo la mujer.
— Unas pocas papas espesarían un poquito la sopa.
— Las traeré — dijo la hija mayor.
— Una cebolla da muy buen gusto — dijo el soldado.
— Pidámosle al vecino una cebolla — dijo el granjero a su hijo menor.
El chico regresó con tres cebollas. Y mientras todos esperaban, siguieron contando chiste narrando historias.
— No he probado repollo desde que partí de casa de mi madre.
— En la huerta hay repollos — dijo la madre. Y una niñita salió corriendo y volvió con un repollo, que agregaron al caldo.
— No tardará mucho — dijo el soldado.
— Solo un poquito más — dijo la mujer, revolviendo con un gran cucharón. En ese momento, llegó el hijo mayor de la familia. Había salido de caza y traía dos conejos.
— ¡Justo lo que necesitamos para darle el toque final! —exclamó el soldado. Inmediatamente, los conejos estuvieron limpios y trozados dentro de la olla.
— ¡Hummm! — dijo el cazador—. ¡Huele a muy buena sopa!
— El viajero ha traído una piedra —le explicó el granjero a su hijo— y está preparando una sopa con ella.
Por fin, la sopa estuvo lista y a todos supo muy bien. Hubo suficiente para el soldado, el granjero, su mujer, la hija, el hijo mayor, la niñita y el niñito.
— Es una sopa maravillosa — dijo el granjero.
— Es una piedra maravillosa — dijo su mujer.
— Lo es —dijo el soldado—, y siempre les dará el mismo resultado si utilizan la receta que les he dado hoy. Terminaron la sopa y el soldado, al despedirse, le regaló la piedra a la dueña de casa para retribuirle su hospitalidad. La buena mujer se lo agradeció muchísimo.
— No es nada —dijo el soldado y se marchó sin la piedra. Pero, por fortuna, encontró otra justo antes de entrar al pueblo siguiente.
Y colorín colorado, este cuento se ha terminado.
Fuente: Lengua en práctica 5 –Editorial sm– Buenos Aires, 2016.

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